Antes de convertirse en una leyenda, Juan Gabriel tuvo que enfrentarse a la élite cultural mexicana que lo tachaba de “ignorante” y lo consideraba indigno de presentarse en el Palacio de Bellas Artes. En 1990, cuando anunció su primer concierto en ese recinto emblemático, la polémica se desató: intelectuales, músicos y funcionarios del Instituto Nacional de Bellas Artes intentaron impedir el histórico evento, argumentando que su música popular “profanaba” el templo de la alta cultura.
Entre los detractores más duros se encontraban figuras como el director de orquesta Luis Herrera de la Fuente, quien se negó a dirigir a la Sinfónica Nacional si el “Divo de Juárez” se presentaba en el recinto, y periodistas como Víctor Roura, que escribió ácidos comentarios sobre el talento y la formación del cantautor. Incluso el propio INBA manifestó públicamente su rechazo, calificando el concierto de “vulgar”. Sin embargo, nada detuvo a Juan Gabriel, que finalmente ofreció una de las presentaciones más memorables en la historia de la música mexicana.
Décadas después, aquel concierto es recordado como un acto de reivindicación cultural. Juan Gabriel rompió las barreras entre lo popular y lo clásico, llenando de emoción un espacio reservado hasta entonces para la ópera y la música de cámara. Este sábado, el icónico espectáculo volverá a brillar en una proyección especial en el Zócalo capitalino, como homenaje a quien transformó la música mexicana para siempre.












