SACRAMENTO, CALIFORNIA — El gobernador Gavin Newsom firmó hoy la Ley de Prevención de Sobredosis en Campus (AB 602), una propuesta del asambleísta Matt Haney (D-San Francisco) que protege a estudiantes universitarios en California de ser disciplinados académicamente si reciben atención médica durante una sobredosis.
La medida, aprobada con apoyo bipartidista en la Legislatura y con una votación de 31 a 6 en el Senado, responde al creciente número de muertes por sobredosis entre jóvenes, impulsado en gran parte por el fentanilo. Actualmente, las sobredosis son la principal causa de muerte entre estadounidenses menores de 30 años.
“Las sobredosis pueden matar en cuestión de minutos, y cualquier duda al pedir ayuda puede costar una vida,” declaró Haney. “La AB 602 deja claro que, cuando un estudiante recibe tratamiento médico, la prioridad debe ser sobrevivir, no preocuparse por castigos académicos.”
La nueva ley otorga inmunidad limitada a estudiantes que reciben asistencia médica de emergencia por una sobredosis, una vez por periodo académico. Para beneficiarse, los estudiantes deben completar un programa educativo o de rehabilitación, como consejería o clases sobre consumo de sustancias, dentro del plazo establecido por su institución.
La medida busca eliminar el temor que muchos estudiantes sienten al pedir ayuda, al saber que podrían enfrentar suspensiones, expulsiones u otras sanciones académicas simplemente por haber recibido atención médica.
El caso de TJ McGee, estudiante de UC Berkeley que fue puesto en libertad condicional académica tras sobrevivir a una sobredosis, ilustra la necesidad de este tipo de protecciones.
“He visto cómo el miedo al castigo impide que la gente pida ayuda,” dijo McGee. “Esta ley se trata de asegurarnos de que los estudiantes no sean castigados por hacer lo correcto, o simplemente por sobrevivir.”
La ley entrará en vigor el 1 de julio de 2026, y cuenta con el respaldo de grupos estudiantiles y defensores de la salud pública, quienes aseguran que la AB 602 salvará vidas al eliminar un importante obstáculo para la intervención médica oportuna.
“Cuando un estudiante sufre una sobredosis, su vida debe ser la única preocupación — no el riesgo de perder su educación,” concluyó Haney.












